Quiero jugar,

quiero reír

pero lo que más quiero

es hacerte feliz.

A veces me enojo

y sólo sé llorar,

pero seguro estoy

que no quiero hacerte enojar.

Me olvido de tus consejos

y de nuevo

me pongo

a explorar.

Entiendo que hice algo malo

cuando te pones a gritar.

Lo que realmente quiero

es invitarte a jugar.

Tu me tratas como adulto

y me empujas a crecer.

Pero creo que tu me entiendes

porque tú jugaste alguna vez.

Así que no me apures

disfrutarme así,

antes de que conteste:

“Yo, ya crecí”.

Mejor toma mi manita

y vamos a correr.

Que no digan que

estoy agrandado.

Prefiero suponer,

que lo que dicen con envidia

es que tú

volviste a nacer.

Que te comportas cómo un pequeñín

y que conmigo

disfrutas la vida

sin fin.

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